martes, 1 de diciembre de 2009
sábado, 28 de noviembre de 2009
La vitamina D
La vitamina D se necesita para la absorción de calcio y un adecuado crecimiento óseo. El ser humano principalmente la sintetiza por sí mismo, pero para ello necesita la luz solar (mejor dicho, los rayos ultravioleta B). También puede obtenerse de la dieta o a través de complementos vitamínicos. En este sentido, alimentos como el salmón o la yema de huevo son ricos en vitamina D. Incluso es habitual enriquecer determinados alimentos, como la leche de vaca, con esta vitamina. La razón primordial por la que la vitamina D se receta a los lactantes es el riesgo de raquitismo. Esta enfermedad se caracteriza por problemas en el desarrollo óseo, huesos débiles y piernas arqueadas. La causa una deficiencia de vitamina D, cuyos otros efectos pueden ser fibrosis quística, disfunciones metabólicas y la enfermedad celíaca. Es cierto que la leche materna contiene poca vitamina D, pero esta es la cantidad que un lactante necesita. Únicamente en el caso de que un bebé nunca vaya a exponerse a la luz solar (por algún extraño motivo) o sea de raza negra y viva en un país con una baja radiación solar, se recomienda la administración de suplementos vitamínicos. Para que el lector se haga una idea, bastan 5 minutos al día de sol de un bebé en pañales (o 20 minutos si está totalmente vestido) para generar la dosis diaria recomendada de vitamina D. Y no será por falta de sol en este país. También es posible aumentar la cantidad de vitamina D de la leche materna. Algunos estudios científicos han demostrado que hay una relación directa entre las reservas de vitamina D de la madre y las de su bebé. Para incrementar esta reserva, se recomienda comer alimentos ricos en esta vitamina, como salmón y huevos, o simplemente tomar el sol más a menudo (sin pasarse, claro). El salmón es además muy rico en DHA, un ácido graso excelente para el desarrollo del cerebro y la vista, y que está ausente en prácticamente todas las leches artificiales. La poca cantidad de vitamina D de la leche materna ha servido de "excusa" a algunos para poner reparos a las excelencias de la leche materna, y querer hacer negocio con la venta de suplementos a todas luces innecesarios. Esta recomendación de dar vitamina D a los lactantes por sistema puede resultar incluso peligrosa, ya que un exceso de calcio en el bebé puede conducir a daños cerebrales y renales, letargia, pancreatitis, arritmias cardíacas e incluso coma. Fuente: http://www.crianzanatural.com/art/art63.html |
viernes, 27 de noviembre de 2009
Colecho o cama familiar

Como colecho se entiende dormir con tus hijos. Se puede hacer desde dormir en la misma cama, como tener una cuna especialmente diseñada para ir adosada a la cama familiar, o bien usar una cuna convencional sin uno de los lados y adosarla a la cama donde duermen los padres. Muchas veces, en lugar de una cuna se pone otra cama individual adosada a la cama mayor. Las ventajas del colecho son muchas y variadas. Pero el problema es que en casi cualquier libro o artículo sobre el tema de sueño infantil, se desaconseja que los niños duerman con sus padres. ¿ Porqué ? Una de las causas es el peligro de ahogar o aplastarles mientras se está dormido. El peligro no es ninguna nimiedad, pero de la misma manera que difícilmente caemos de la cama, es poco probable que acabemos encima de nuestro hijo. Hasta los más acérrimos defensores del colecho desaconsejan practicarlo cuando se está muy cansado, se ha tomado drogas (fumar incluido) o bebido alcohol, o se está muy obeso. Simplemente, son factores de riesgo que aumentan la posibilidad de tal peligro, pero fuera de esos casos, no hay mayor alarma que la de poder caer de la cama mientras dormimos. De hecho, es mucho más peligroso dormirse en un sofá con el bebé en el regazo que compartir cama con él. Se tiene que tener cuidado de que el bebé no pueda quedar atrapado entre la pared y el colchón o entre dos colchones. Dos detalles más : cuando el bebé es muy pequeño, la madre tiene una especial conexión con él, pero el padre suele tardar algunos meses en darse cuenta de su pequeña presencia, así que se recomienda que el bebé no se sitúe entre la madre y el padre sino entre la madre y el final de la cama. Además, están contraindicadas camas de agua o superficies muy mullidas, así como almohadas que pudieran sofocar al bebé. Aún y así, ¿ porqué esta popular creencia de que dormir con los bebés es malo ? Desde más allá incluso de la Edad Media, en muchos casos nacían más hijos de los que se podía alimentar. Entonces, ocurría que "por accidente", empezaron a morir muchos lactantes "fortuitamente" aplastados por sus progenitores. La Iglesia tomó cartas en el asunto y prohibieron que los hijos durmieran con sus padres para evitar más infanticidios por este método. La raza humana, durante toda nuestra historia desde que éramos unos primates que vivíamos en cuevas, ha practicado el colecho. Es solamente en los últimos 150 años, con la llegada de casas con varias habitaciones, que se separa a los bebés para que duerman lejos de sus padres. Durante cientos de años, las madres amamantaban a sus bebés durante la noche, casi sin despertarse. Los bebés recibían protección, afirmación emocional, "lecciones de como respirar", calor y leche materna. Si el bebé tiene alguna dificultad, si vomita, o tiene frío, los padres están a su lado para socorrerle. De hecho, si la temperatura corporal del bebé sube demasiado, la de la madre baja para compensarlo. La proximidad con su madre estimula la lactancia materna. Los niños que duermen con sus padres amamantan más a menudo que los que duermen en otra habitación (casi el doble y durante casi 3 veces más tiempo). Esto hace que tengan un ritmo de sueño distinto. Su fase profunda de sueño es mucho menor, con lo que el riesgo de la muerte súbita (que se supone ocurre en esta fase) es más bajo. Además, el desarrollo neuronal ocurre en su máximo esplendor en la fase de sueño menos profunda, con lo que al practicar colecho, no sólo se le da más leche materna, que es ideal para su protección fisiológica, sino que se está potenciando su desarrollo mental. En países como en Japón, donde el colecho es la norma, el índice de muerte súbita del lactante es uno de los más bajos del mundo. Los niños que duermen al lado de su madre lloran mucho menos frecuentemente y están menos tiempo despiertos. La madre, muchas veces, se da cuenta de las necesidades de su bebé pocos segundos antes de que él las solicite, con lo que se evitan muchos lloros. La comodidad de no tener que levantarse de la cama, sobre todo en época de frío, hace que la madre y el bebé normalmente vuelvan a dormirse casi enseguida. De hecho, muchas veces la madre no sabe exactamente cuantas veces se ha despertado, porque en realidad ¡ no se ha llegado a despertar del todo ! Fuente: http://www.crianzanatural.com/art/art1.html |
Consejos para un colecho seguro
Aquí tienes algunas recomendaciones básicas para practicar un colecho seguro:
Fuente: http://www.crianzanatural.com/art/art24.html |
La guardería no puede criar saludablemente a un bebé”-Eulàlia Torras para “La Vanguardia”
¿Qué tiene de malo una guardería? Es algo que necesitan los padres…, pero no es lo que necesita un bebé
. ¿Y qué necesita un bebé? La cercanía cálida, constante y segura de sus amorosos padres.
Pero si los padres no pueden… Dejan a sus bebés cada vez más tempranamente en guarderías, sin calibrar las consecuencias…
¿A qué edad entran los bebés en guarderías? ¡Con cuatro meses! Algo impensable hace 40 años…
¿Y qué consecuencias tiene esto?
Mala crianza. Asumimos como normal que nuestros bebés enfermen, ¡y no lo es!
¿Enferman por culpa de la guardería?
Multiplica las posibilidades de enfermar: el bebé está más expuesto a gérmenes… y, sobre todo, más propenso a toda afección.
¿La guardería acentúa la propensión a enfermar del bebé? Sí. El propio hogar, los brazos de mamá y papá, un círculo reducido de personas… ¡eso es lo que fortalece emocional, cognitiva y físicamente al bebé! La guardería, en cambio, puede comprometer su desarrollo.
¿Tanto como eso?
El ingreso en la guardería lo hace retroceder temporalmente en competencias que está adquiriendo, como hablar, caminar…
¿Por qué?
Un entorno estable proporciona seguridad al bebé, seguridad que lo anima a explorar: así madura bien. Alterar su entorno le resta seguridad, lo que frena su desarrollo.
¿No está dramatizando, doctora?
Lo confirman los últimos hallazgos en neurociencias y psicología evolutiva.
¿Me los resume?
De los cero a los dos años, cuando más plástico es el cerebro, las neuronas del bebé se desarrollan según la calidad de los estímulos que recibe por interacción con las personas centrales de su mundo: abrazos, achuchones, caricias, risas, balanceos, movimientos, sonidos, voces, cantos, palabras, mimos, cariños, músicas, olores, colores, sabores…
¿Y besos?
Y besos. Todo eso sofistica y enriquece su sistema neural y nervioso, el sistema desde el que establece su relación emocional y cognitiva con el mundo y consigo mismo.
¿La guardería no da esos estímulos?
Imposible en grado óptimo, improbable en el necesario, difícilmente con la intensidad y calidad de unos papás atentos y amorosos.
Ya no existen a tiempo completo.
Y quizá por eso llegan cada día a las consultas más psicopatologías en niños cada vez menores… ¡España es ahora el tercer país que más psicofármacos receta a menores! Cortamos síntomas sin analizar causas.
También padecemos en España un elevado fracaso escolar.
Tampoco analizamos causas, preferimos castigar o etiquetar: “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”, y medicar.
Ir pronto a la guardería ¿no garantiza una mejor escolaridad ulterior?
No. Hay que escolarizar al niño justo cuando empieza a quedársele pequeño su hogar.
¿Y a qué edad sucede eso?
No antes de los tres años.
¿Tan tarde?
En Finlandia los padres no están obligados a escolarizar a sus hijos ¡hasta los siete años! Y Finlandia es el país con menos fracaso escolar de Europa, vea el informe PISA.
Seguro que concurren otros factores… El principal es que el Estado sufraga durante el primer año a los padres. Y luego permite horarios laborales intensivos o reducidos. Así, ¡los padres pueden criar a sus hijos! Y un niño bien criado en casa llegará a la escuela muy estimulado, con ganas de descubrir. Y aprenderá más y mejor.
O sea, que deberíamos mimar al bebé. Atender sus necesidades de hambre, sueño y – sobre todo-cariño. No es sobreprotegerlo, ¡es protegerlo de lo que vendrá! Porque el niño así criado gozará de estabilidad emocional, autoestima y coherencia: estará bien preparado para los reveses que vendrán.
¿Y no será así si se ha criado con mucha guardería o en un orfanato?
La pobreza de estímulos empobrece su desarrollo: serán niños poco orientados, intemperantes y más agresivos, más vulnerables a la frustración, más depresivos…
Diga algo bueno de las guarderías.
Muchas tienen excelentes cuidadoras, pero repartirse entre tantos niños imposibilita la calidad de la atención personalizada.
Mejor una guardería que algún hogar. Ante un hogar con abandono, conflicto permanente y agresividad crónica, ¡mejor una guardería, sí! La guardería es útil en ciertos casos y momentos, pero no es la opción principal para criar saludablemente a un bebé.
Envíe un mensaje a los padres.
Uno de la doctora Julia Corominas: “Dedicar tiempo a los hijos de pequeños os ahorrará mucho tiempo cuando sean mayores”. Ahorro en salud física, mental y emocional.
¿Qué haría si mandase en España?
En vez del populismo político de inaugurar guarderías, subvencionaría a los padres para que dedicasen tiempo a criar a sus hijos hasta los tres años: ¡eso sí sería progresista!
En algo sí habremos progresado en los últimos 40 años..
Sí: en conocimiento. Sabemos cómo optimizar el desarrollo de los niños. ¿Por qué no lo aplicamos? ¿Queremos su felicidad futura?
Fuente: http://mimosytta.wordpress.com/2009/...la-vanguardia/
jueves, 26 de noviembre de 2009
Mamas por favor estemos atentas a este tipo de información. Entre nosotras podemos ayudarnos a saber que le damos a nuestros niños. Pensemos en sus futuros y su calidad de vida. Hagamos lo imposible para dar de mamar a nuestros bebes el mayor tiempo posible. Los beneficios que la leche materna les otorga son para el corto y el largo plazo, pero solo podemos dárselos en la primera infancia y un poco mas. Tiempo en el que nos necesitan y que no recuperaremos mas si lo dejamos pasar. Tomemos conciencia de este preciado TESORO que podemos darle a nuestro bebes: LA LECHE MATERNA.
Los bebés aprenden a moverse solos
Es muy común que ayudemos a nuestros pequeños a moverse y que les enseñemos a sentarse y a caminar. Pero ¿es beneficioso para ellos? Luego de años de estudios, la especialista Emmi Picker concluyó que el desarrollo motor surge de manera espontánea y que las enseñanzas de los grandes pueden no ser lo mejor para los chicos.
No es poco común que, cuando nace un niño, sus padres, aunque disfrutemos plenamente de cada etapa, imaginemos con ilusión el próximo paso del bebé: cuando sostenga la cabeza, cuando se siente, cuando camine… Y también es muy corriente que “ayudemos” a nuestra cría a hacer movimientos que, por su edad, todavía no puede realizar. Así, por ejemplo, los sentamos protegidos y hasta sostenidos por almohadones para que no puedan caerse, porque todavía no pueden mantenerse erguidos. O, con pocos meses de vida, los ponemos de pie pensando que ellos lo piden, malinterpretando una necesidad del niño de ser llevado en posición vertical para observar el mundo desde esa perspectiva. Pero puede ser que –como observó la pediatra Emmi Pikler en el hogar para niños que dirigió en Budapest– esta intervención no sea necesaria, y que por el contrario sea perjudicial.
Emmi Pikler (1902-1984) fue una importante pediatra húngara que dirigió el Instituto metodológico de educación y cuidados de la primera infancia de Budapest (conocido como Instituto Lóczy, hoy llamado Instituto Pikler), fundado para bebés que necesitaban cuidados prolongados lejos de sus familias. Creó un sistema educativo basado en el respeto al niño, en el que el adulto adopta una actitud no intervencionista que favorece el desarrollo.
Pikler estaba convencida de que el desarrollo motor es espontáneo; y aseguraba que, si se les proporcionan ciertas condiciones, los niños alcanzan por sí mismos un desarrollo motor adecuado. El adulto no “enseña” movimientos ni ayuda a realizarlos, y los niños se mueven y se desarrollan regidos por su propia iniciativa. Por otro lado, no se le impide al niño la realización de ningún movimiento, por lo que en este sentido es completamente libre: si un niño que camina quiere reptar y rodar, no hay nada de malo en eso.
¿Pero no es bueno que los adultos “ayudemos” a nuestros niños y les “enseñemos” a realizar los movimientos? A esta pregunta Emmi Pikler respondía que “ayudar” a los niños cuando ellos no están listos para realizar ciertos movimientos por sí mismos es perjudicial. Y explicaba que muchas veces el adulto actúa motivado por la costumbre: estamos habituados a hacerlo, y eso nos resulta habitual. Pero que exista el hábito no significa que sea beneficioso.
En su libro Moverse en libertad, la pediatra observa varios inconvenientes de esta ayuda modificadora del adulto:
Primero, al poner al niño en una postura que no podría adoptar por sí mismo lo obligamos a estar inmóvil: el niño no puede salir de esa posición. Si, por ejemplo, echamos boca abajo a un bebé pequeño, en contraposición con dejarlo boca arriba, donde puede moverse, tomar sus pies, mirar para los costados, estamos frenando su capacidad de movimiento.
En segundo lugar, las posiciones en las que ponemos a los niños no son normales para él o ella; como consecuencia, la postura de los músculos no es natural, es forzada, y los músculos quedan tensos o con malas posiciones.
Por último, el niño que hemos puesto en una posición a la que no puede llegar solo queda condenado a depender del adulto para cambiar de postura. Estaremos fomentando su dependencia del adulto y frenando su desarrollo autónomo.
Además, con intervención del adulto, el niño pierde etapas intermedias de su desarrollo motor, como el reptar (muchas veces cuando un niño que está sentado decide deslizarse para reptar, sus cuidadores lo levantan y vuelven a sentarlo, inhibiendo su voluntad y ejerciendo una prohibición sobre el movimiento) o el gatear, etapas que son necesarias antes de adoptar posturas nuevas y de conquistar destrezas más avanzadas.
Para permitirles libertad de movimiento a los niños, dice Emmi Pikler, es importante que ellos tengan espacio suficiente para moverse y ropa que les permita mover sus miembros cómodamente. El espacio para los niños debe además ser seguro y estar adaptado a ellos. Y si bien el adulto está siempre junto al niño y lo incentiva a desarrollarse, no debería ofrecerle su ayuda en lo que a movimientos respecta: no se lo sienta, no se lo pone de pie, no se le ofrece un dedo para que pueda sostenerse ni se lo “tienta” con juguetes para que avance. La autora aclara que la no intervención del adulto no se debe a una falta de interés en el niño; por el contrario, los adultos festejan con regocijo el adelanto del niño, como lo harían si ellos hubieran intervenido en el desarrollo de manera activa. Por último, el adulto debe mantener con el niño una relación paciente y respetuosa.
Pikler observa que los niños que aprenden los nuevos movimientos por sí mismos tienen mejor equilibrio, mayor coordinación, mayor seguridad en sus actividades y por eso son menos propensos a sufrir accidentes. Además, vivencian más “a fondo” el proceso de aprendizaje y tienen mayor seguridad en sí mismos. Sus estudios concluyen que las enseñanzas y la ayuda del adulto no es condición necesaria para el desarrollo motor del niño, y que además pueden perjudicarlo al ponerlo en situaciones para las que no están maduros todavía.
Por último, la pregunta obligada: ¿quiénes progresan más rápido? ¿Los niños de Lóczy o los educados según métodos tradicionales? Las anotaciones de Emmi Piker lo develan: luego de comparar sus estudios con seis tablas confeccionadas por especialistas, la pediatra observa que las edades son inferiores en el caso de sus pupilos por lo general progresaban más rápido. Sólo nota atrasos en dos etapas: volverse de la posición ventral a la dorsal y ponerse de pie. La causa del retraso del primer movimiento la atribuye a las circunstancias dadas en su instituto: “el niño sólo realiza este movimiento tras haber aprendido a volverse de la posición dorsal a la ventral”, dice. Y continúa: “El retraso referente a la posición de pie es probablemente debido a una mayor libertad de movimientos, al gran espacio de que dispone para desplazarse reptando (…). El niño que pasa poco tiempo en la cuna aspira más tardíamente a la posición vertical”.
Es probable que si estamos acostumbrados a ayudar a nuestros hijos en sus movimientos, nos resulte difícil no precipitarnos a intervenir en su desarrollo motor: uno, como padre, quiere lo mejor para sus bebés; y que aprendan a moverse rápidamente y sin contratiempos puede parecernos parte de ese “darle lo mejor”. Pero informarnos sobre distintas corrientes y estudios referentes a su desarrollo, y considerar darles una oportunidad, puede ser beneficioso para ellos y, como consecuencia, también para nosotros.
Etapas principales del desarrollo motor
Las principales etapas del desarrollo motor, según las describió Emmi Pikler, son las siguientes:
En un principio, el niño está echado boca arriba y sus movimientos van haciéndose cada vez más vigorosos.
Luego sube un hombro, levanta la pelvis, gira el tronco y se pone de costado.
Más tarde aprende a girar para quedar boca abajo. En esta posición puede levantar la cabeza por un tiempo prolongado.
Se sostiene con los brazos y más adelante sobre los cuatro miembros. Puede desplazarse rodando y reptando. Por último, aprende a gatear.
Es capaz de adoptar una posición semisentado, con una mano apoyada en el suelo. Luego puede mantenerse sentado.
Se pone de rodillas con el tronco erguido y luego comienza a ponerse de pie sosteniéndose con algún objeto.
Por último, puede permanecer de pie sin sostén, para finalmente aprender a caminar.
Más información
Instituto Pikler: http://www.aipl.org
Fragmentos del libro de Emi Pickler Moverse en libertad, disponibles en Google libros.
Fuente: www.crianzanatural.com/art/art125.html
miércoles, 1 de julio de 2009
Los consejos no deseados
"¡Ayuda! ¡Me estoy frustrando tanto con la lista de consejos que recibo de mi suegra y mi hermano! No importa lo que haga, lo hago siempre mal. Los quiero mucho a los dos, ¿pero como puedo parar estos consejos que no deseo?" De la misma manera que tu bebé es una parte importante de tu vida, él es también importante para los demás. Estas personas que aman a tu bebé tienen un vínculo contigo y con el bebé de una manera tan especial que invita a dar consejos. Sabiéndolo, tienes un motivo para manejar esta interferencia amablemente, de modo que los sentimientos de los demás no se vean afectados. Independientemente del consejo, es tu bebé, y al final, le educarás de la manera que túconsideres mejor. Así que, normalmente, no vale la pena empezar una discusión por sus comentarios con una persona que te quiere bien. Puedes responder a consejos no deseados de varias formas: Escucha primero Es natural estar a la defensiva si te sientes juzgada; pero normalmente no estás siendo criticada. De hecho, la otra persona habitualmente está compartiendo contigo lo que siente que es importante para ella. Intenta escucharla, puedes aprender algo interesante. Ignora Si sabes que no hay manera de convencer a la otra persona para que cambie de parecer, simplemente sonríe, asiente y responde con frases sin compromiso, como "Interesante". Luego, sigue tus propias ideas, a tu manera. Asiente Puedes encontrar una parte del consejo que sea de tu aprobación. Si es el caso, comunícale que estás completamente de acuerdo con ese tema. Elige tus discusiones Si tu suegra insiste en que el bebé lleve un gorrito para pasear por el parque, ponle uno. No le causará ningún mal a largo plazo, y calmará a tu suegra. Sin embargo, no cedas en otras cuestiones que sí son importantes para ti, o para la salud o bienestar de tu hijo. Deja las cosas claras Si tu hermano te presiona para que dejes llorar al bebé hasta que se duerma, algo que tú nunca harías, no te quejes delante de él de que tienes que levantarte varias veces por la noche. Si él saca el tema, la distracción es tu mejor arma, como "¿te apetece un café?" Edúcate a ti misma El conocimiento es el poder; protégete a ti misma y a tu familia leyendo acerca de opciones de crianza. Confía siempre en que estás haciendo lo mejor para tu bebé. Educa a la otra persona Si tu "maestro" te está dando información que sabes que está desfasada o es errónea, comparte lo que has aprendido sobre el tema. Puedes conseguir que la otra persona abra su mente. Menciona el libro, estudio o artículo que has leído. Menciona un médico Mucha gente sólo acepta un punto de vista si un profesional lo ha validado. Si tu propio pediatra está de acuerdo con tu posición, di "mi doctor me dijo que esperara hasta que ella tenga seis meses antes de darle papillas". Si tu propio pediatra no está de acuerdo con la idea, refiérete a otro médico, tal vez el autor de un libro sobre cuidado de bebés. Usa términos vagos Puedes evitar la confrontación con una respuesta elusiva. Por ejemplo, si tu hermana te pregunta si ya habéis empezado a retirarle el pañal (pero estáis todavía muy lejos de incluso empezar), puedes contestar "estamos en ello". ¡Pide ayuda! Tu "consejero" es probablemente un experto en algunos temas con los que puedes estar de acuerdo. Búscalos e invítale a que te guíe. Se sentirá muy feliz por ayudarte y tú estarás contenta por haber encontrado una manera de no enfrentarte con él sobre aquellos temas en que, definitivamente, no estás de acuerdo. Memoriza una respuesta estándar Este es un comentario que se puede usar como respuesta a casi cualquier consejo: "Esta puede no ser la mejor manera para ti, pero sí es la mejor manera para mí." Se honesta Intenta ser honesta con tus sentimientos. Busca un momento tranquilo, libre de distracciones, y elige tus palabras cuidadosamente, como "Sé cuanto quieres a Daniel, y estoy muy contenta de que pases tanto tiempo con él. Sé que crees que me ayudas cuando me das un consejo sobre esto, pero estoy a gusto con mi propia decisión y realmente me gustaría mucho que lo entendieras." Busca un intermediario Si la situación está haciendo que la relación con el consultor sea insostenible, puede ser necesario preguntar a otra persona para que medie en la situación. Busca otros amigos con ideas similares Únete a un grupo de soporte o a un foro de Internet con personas que compartan tu filosofía de crianza. Hablar con otros que están también criando a sus hijos de una manera parecida a la tuya te puede dar la fortaleza que necesitas para enfrentarte a personas que no comparten tus puntos de vista. Este artículo es un extracto del libro Gentle Baby Care de Elizabeth Pantley. (McGraw-Hill, 2003) |
